En 2002, realicé la muestra individual "Travesías lumínicas" en el Centro Cultural Islas Malvinas en la ciudad de La Plata. Cuatro instalaciones con 52 cajas lumínicas además de 30 obras en papel completaron esta exposición que se pudo visitar durante el mes de junio. Para ese entonces, el crítico de arte Julio Sapollnik me hizo la siguiente crítica que fue plasmada en el periódico Arte al Día en julio de ese año.
La exposición de Sara Diciero en el Centro Cultural Islas Malvinas provoca la maravillosa sensación de
encontrar que el sentido de la obra se une al sentido del espacio. Lo que antes
fue un cuartel militar, es hoy un excelente espacio cultural; lo que ayer fue
un centro clandestino de detención, hoy irradia luz y vida a través de la
creación plástica.
Y esto es así porque Diciero utiliza como soporte artístico
artefactos eléctricos que se usan habitualmente para hacer publicidad. Los
diversos frentes pintados al óleo irradian una luminosidad particular que
atraviesa la penumbra del espacio. Es luz pintada que resbala por el piso, se
eleva y desmaterializa el muro.
La muestra se compone de cuatro
instalaciones con 52 cajas lumínicas que alcanzan, desde un original lenguaje,
el justo equilibrio entre la imaginación activa y el compromiso físico del
contemplador.
Su inquieta personalidad buscó un
soporte no tradicional que le permitiese detener con las manos toda la vorágine
del círculo cromático.
Y esto es porque se expresa con el
óleo, un material dúctil que lleva más de 500 años de existencia, y cuyas
posibilidades de veladuras y transparencias son agudizadas por la intensidad
lumínica
.
Sin embargo, su originalidad no sólo
reside en el tratamiento que le da a la pintura, sino en la intensidad que le
otorga al soporte y al impacto que la luz causa sobre éste.
El protagonismo lo tiene la luz; la
artista sostiene en esencia toda expresión plástica que une diversos estilos y
materiales. Las placas de resina o acrílico son intervenidas a través del
color; el aporte de la luz en un ámbito oscuro da por resultado una sensible
provocación a la retina.
Los títulos de las instalaciones: "Travesía terrestre",
"Travesía a distancia", o "Vistas panorámicas",
"Microorganismos", "Travesía nocturna", nos sugieren
que de esta manifestación abstracta podemos sospechar una topografía
desconocida, heridas de la tierra, aventurar un paisaje lunar con hendiduras y
cicatrices, descubrir el azul intenso de un glaciar flotando a la deriva, o
sentir el calor del sol con sus amarillos y naranjas incandescentes.
Tenemos la absoluta libertad para
dejarnos llevar e introducirnos en esta suerte de superficies escabrosas pero
sensuales, insondables y hasta fantasmagóricas, rodeadas de un misterio que
admite miles de sugestivas interpretaciones, y que nos transportan a lugares
sensibles y desconocidos de nuestro mundo interior.
Julio
Sapollnik
Lic. en
Historia del Arte
Arte
al día informa-
Julio de 2002